Frenesí Pasajero

Día 1. 10 am

Hoy como cualquier día vine a mis sesiones con los pacientes de este psiquiátrico. Las visitas las hago en la zona de celdas pues atiendo a los más violentos, y llevarlos a otra zona representa un mayor peligro.

Toda esta pesadilla comenzó cuando atendí al último paciente, quien apenas tenía unos días de haber ingresado. Era de contextura delgada y su rostro lucía demacrado. Caminaba con la mirada perdida lo que me hizo pensar que estaba drogado. No parecía peligroso, sin embargo, llevaba las manos encadenadas.

Charlamos por un largo rato. Me contó de sus rencores, en especial, hacia su madre quien lo abandonó siendo un niño.

Hablaba pausado y su relato era bastante interesante, mas no me daba cuenta de que a medida que me hablaba estaba soltando las cadenas que lo sujetaban.

Con un movimiento inesperado se levantó y con rapidez desconcertante, se lanzó sobre los enfermeros que siempre lo acompañaban. A uno, de un mordisco le arrancó la nariz. Tenía una fuerza increíble. Yo me quedé inmóvil, desde una esquina de la celda, viendo pasar todo aquello sin dar crédito a lo que veía.

Se soltó del otro enfermero que trataba de inmovilizarlo , sin pensarlo puso sus dedos sobre los ojos de este y casi se los sacó. Mientras todo esto sucedía el tercer enfermero me jaló de la bata y corrimos hacia el pasillo. Se detuvo abruptamente y para mantenerme a salvo me empujó hacia una celda de máxima seguridad cerrando con llave. Luego, corrió a buscar ayuda.

Ya llevo casi tres horas aquí y los gritos que escucho son horribles. Ese hombre está ahora suelto y no sé qué va a pasar.

11 pm

Nunca había estado en un lugar como este a estas horas de la noche. Las risas y gritos de los enfermos son espeluznantes. Trato de calmar mi ansiedad recordando mi vida afuera de estás cuatro paredes, pero siempre hay algo que me trae de vuelta a este infierno.

Un zumbido ha empezado a resonar en mi cabeza que no me deja dormir. Escucho ruidos en la celda, como si alguien se moviera de una esquina a otra, es por eso que mejor quise escribir estas palabras para mantener un poco la cordura.

Dia 2: (Creo que son las 11 am)

Hoy todo se escucha más calmado. Siento una sensación de letargo y no recuerdo a qué horas me fui a dormir.

Tengo el cuerpo adolorido y un punzante dolor de cabeza que me nubla el pensamiento. Por ratos olvido por qué estoy aquí. Cada minuto que paso en esta celda temo volverme loco.

Hay comida en el escritorio y no sé cómo llegó ahí. Grité para llamar la atención de los enfermeros pidiendo me liberasen, pero no hay respuesta. ¿Dónde están todos? ¿Por qué me han abandonado?

Dia…

Dormí todo el día de ayer y hoy el dolor ha desaparecido.

Anoche tuve una pesadilla terrible. Soñé que fui yo quien atacó a aquellos enfermeros. Me sentía con una actitud temeraria, me veía como alguien diferente pero sabía que era yo. Fue tan real que sentí en mi boca el sabor metálico de la sangre cuando mordí al hombre. La ira y la adrenalina salían incontenibles de mi ser haciéndome sentir más fuerte de lo que soy. Sentí un choque eléctrico que me hizo caer al suelo. Es tan poderosa la mente que hasta siento dolor a un costado, donde en el sueño, me dieron la descarga. En el sueño peleé con los enfermeros cuando se lanzaron sobre mí e inyectaron un calmante, para luego traerme a esta celda.

Escucho al fin pasos que se acercan, un golpe en la puerta, han venido a rescatarme…

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—Doctor, voy a abrir la puerta. Manténgase tranquilo si nos ataca estaremos obligados a usar la fuerza.

—¡¿De qué habla?! ¿Atacarlos? ¡Sáqueme de aquí!

—Ya le dije que se calme, no se va a repetir lo del mes pasado. Hoy lo llevaremos otra vez a su celda de siempre. Pensaron que ya estaba mejor, pero mató a un enfermero y el otro está recuperándose de la lesión de los ojos.

—¿Como que el mes pasado? llevo aquí solo unos días, usted me confunde. Yo soy el doctor Crake, el paciente fue el que hizo todo eso.

—Pásame el bastón eléctrico ya se le olvidó lo que pasó el mes pasado y eso significa que está a punto de ponerse violento otra vez. Mientras cree que es doctor es bastante dócil—. Dijo en voz baja el jefe de enfermería, con el sudor corriéndole por la frente, a los nuevos enfermeros que cubrían a sus compañeros heridos.

—¡Todos atentos! Chico nuevo, atento con ese calmante que lo vamos a necesitar, cuando te lo pida debes inyectar sin demora, a menos que quieras perder esa hermosa nariz. A la cuenta de tres abrimos la puerta. Joe y Mike lo toman de los brazos y tú le pones el calmante. Yo le pongo electricidad si se pasa de loco.

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